Conciencia
Si uno toma conciencia de sí mismo
y entiende su cuerpo
como vía de comunicación con el mundo,
puede ver como repite
a través de sus actos
su forma de moverse por dentro.
Verá que somos una piel que reacciona
ante las caricias o los golpes,
y que si esos golpes o caricias
sólo llegan una vez,
se perderá en nosotros su recorrido.
Pero que si poco a poco acaricio
el mismo punto de tu cuerpo,
cada vez que te acaricie
habré cavado más profundo.
Si cada vez hiero el mismo punto,
cuando recibas un golpe,
o simplemente la amenaza de uno,
sufrirás, y el dolor se hará eco.
Y será entonces el amor el único
capaz de cambiarte por dentro.
Y será espejo nuestra piel,
y nuestras vivencias reflejo.
Seremos respiración
y en cada aliento
sentiremos la luz de la vida
a la sombra de la muerte.
Sentiremos que el aire nos falta
si algo nos sobra,
y sabremos que a veces,
respirar aire puro
nos es suficiente.
Que somos corazón,
nos mueve la sangre,
y nos nutre de vida el alimento
si no falta en su cocción mimo,
ni sobra tiempo.
Que remueve el estómago
comer del fruto de la impaciencia,
y se hace parte de nuestro intestino,
pozo de salud,
todo lo digerido.
Que vomitaremos lo que no toleremos,
hasta que aprendamos
a no comer lo que no queremos.
Hasta que entendemos que es necesario fallar para lograr el acierto.
Enfermaremos por no aceptar
que todo lo que forma parte de nosotros,
tarde o temprano debe abandonar nuestro cuerpo.
Y así el acto de deshacer
será más
que el propio hecho.
Al liberarnos de aquello
que ya se ha transformado en nosotros,
seremos alguien nuevo.
Sentiremos lo que somos Ahora,
aunque sólo sea por un momento
que la constancia puede dilatar en el tiempo.
Y es que el miedo a perder
nos acelera el pulso,
nos paraliza
y nos frena en seco.
Pero sólo envenena negarlo,
y sólo la aceptación es remedio.
Todo contacto es una reacción;
una respuesta en nosotros
que aún siendo error
es logro,
y es cierto
que todo movimiento será regeneración,
y cuanto más intenso el impacto,
más tardío y más amargo
pero más profundo el póstumo crecimiento.