El peso
El peso que ayer cargué sobre mis hombros
hoy todavía me golpea
hacia abajo
como si unas manos fuertes
me empujasen
hacia abajo
como si tratase de salir
pero el mar sobre mis hombros
tuviese más fuerza,
y presionase,
hacia abajo,
y su peso me encogiese
cuando yo trato de caminar erguida
y mirar hacia delante,
y salir arriba.
Arriba de este pasado que se enraíza en mi cuerpo y por el que he creído
que crecer,
que vivir,
era romper las raíces y exponerme
a la intemperie,
a la incertidumbre
y al vacío.
Este pasado mío que me lleva a correr tras la libertad como esclavo.
Que me ata a la necesidad
como una soga al cuello,
y que me recuerda que sin él
no hay presente posible.
Este pasado mío en el que ha quedado todo.
Y en el que han quedado todos.
Que me ha enseñado lo que es el amor,
lo que es el dolor,
y lo que es la pérdida.
Que me habla desde la nostalgia
y desde la carencia,
y me habla y me habla todo el tiempo
porque teme el silencio,
y teme mi voz.
Teme todo lo que soy capaz de experimentar.
Teme que por primera vez alguien
lo deje hablar
y después simplemente lo abrace
en lugar de huirle o tratar de negarle.