El sol tras la lluvia
Me abruman los días
donde el sol no puede verse ni sentirse.
Las horas donde no caben las palabras,
ni las miradas;
ni la Verdad.
Y busco el sol
en los ojos,
en las bocas.
Y subo montañas
como si fuesen símbolos de vida eterna,
y mis pies se quisiesen anclar con fuerza,
y a la vez aceptasen que un día llega el final del camino.
Y acepto, con el pecho rasgado,
que no coso,
porque mi morir y renacer
también es La Vida.
Y libero el peso del miedo
Se desvanece en el aire
y camino sin prisa
Me siento viva.
Tan viva que duele
que araña
que rasga el pecho
y provoca heridas
Viva en la frágil hebra que nos cose a la vida,
como la cuerda de un violín
que un día se rompe,
pero fue música
incluso en su último ruido.
Estoy viva.
Tengo ganas de bailar.
Y bailo hasta que los pies no tocan el suelo
y por la piel traspasa el universo.
Y canto, hasta que la voz no es mía
si no del mundo que habita en nosotros
y que nos habla de tiempos perdidos.
Y me muevo,
hasta ser sólo movimiento.
Siento mi espíritu invadir mi cuerpo…
hasta ser emoción,
hasta que el dolor del sentir
se desvanece en un llanto
que más que llanto
es lluvia,
y soy sólo espíritu.
Hasta que la vida interrumpe
la risa brota
y soy un nuevo sol tras la lluvia.