Una ola puede parecer inmensa si la miramos de frente, si estamos justo debajo. ¿Qué somos nosotros comparados con ese estallido bestia de la naturaleza? Y más aún, en ese mar inmenso…
Nada…
Nada, según como se mire.
Con más herramientas o con menos,
los problemas nos atraviesan.
Son parte del juego.
A lo mejor verla desde tan cerca como para que sea paralizante, es resultado de no haberse atrevido antes a mirar qué grande se iba haciendo… Saber que estaba ahí, detrás de ti, creciendo, pero remar en sentido contrario, pensando que así tal vez pasaría y un golpe de suerte te salvaría.
Pero no pasa, y no podemos lograr que desaparezca.
No es así como funciona.
Lejos de alentar un ‘tú puedes con todo’ con peligroso optimismo,
la Resiliencia es la capacidad de sentarnos a observar las situaciones complejas que nos atraviesan, para entender y cuestionar quiénes somos, qué nos sucede y cómo actuamos ante ello.
Es la virtud de salir fortalecido tras las adversidades.
“Necesitamos resiliencia para afrontar el trauma, el dolor… y transformarlo en crecimiento”
¿De dónde viene la resiliencia?
La resiliencia se relaciona con 2 conceptos filosóficos (muy bellos)
Kintsugi
Kintsugi es una técnica que da espacio a la fractura como parte de la vida, tomándose el tiempo para reparar un jarrón roto, limpiando cada pieza, restaurando su uniformidad a pesar del golpe.
Tras la dedicación de restaurar el objeto roto, y esperar a que cicatrice, se resaltan sus grietas con color oro. Porque nuestras cicatrices nos hacen únicos, son parte de nuestra historia y nos han transformado.
Sisu
Sisu es para los finlandeses una actitud de vida estoica y proactiva.
Es resistencia, coraje, valentía, fuerza de voluntad, tenacidad y capacidad de recuperación.
¿Por qué una actitud ‘estoica’?
El estoicismo es una filosofía fundada por Zenón de Citio, donde la fuerza de voluntad cobra sentido, ya que los sucesos de la vida no son controlables, pero nuestra actitud ante ellos, nuestra firmeza, nuestros pensamientos, sí.